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El estrés, definido como una sensación de tensión física o emocional, puede generarse o provenir de cualquier situación o pensamiento que nos haga sentir frustrados, enojados o nerviosos, y suele ir acompañado de sentimientos de agobio, preocupación o agotamiento.
Ahora bien, si esta sensación de estrés persiste en el tiempo, con o sin el estímulo que la desencadena, entonces es cuando hablamos de estrés crónico y no de estrés agudo, ya que este último hace referencia a la sensación de estrés en un tiempo especifico momento.
Negatividad
Una persona estresada también tiende a ver el mundo con ojos negativos. La sensación de que todo está mal y que nada tiene sentido puede ser uno de los síntomas de esta enfermedad. Ante este pensamiento, en la mayoría de los casos también es posible notar cambios de humor.
La falta de concentración es otro síntoma común del estrés, junto con los lapsus de memoria. El estrés deja al cerebro en alerta constante. Esta condición puede hacer que la persona olvide eventos y compromisos importantes y también puede impedir que se concentre en algo que requiere su atención.
Agentes psicológicos
- Timidez. Varios estudios indican que las personas más introvertidas y sensibles tienen más probabilidades de sentirse abrumadas en situaciones estresantes. Además, al ser más cerrados, experimentan más presión y sensación de descontrol.
- Autoinfluencia. Se refiere a la forma de interiorizar las situaciones y «digerirlas». Algunos reaccionan con más estrés y otros se mantienen más tranquilos.
- Predisposición a sufrir ansiedad. Algunas personas tienden a estar más ansiosas e inquietas, lo que aumenta sus niveles de estrés.
- El fin de una rutina o hábito. Adaptarse a una nueva rutina siempre es difícil, ya que la mente y el cuerpo necesitan tiempo para adaptarse al nuevo entorno. Terminar unas vacaciones y retomar el ritmo de la vida diaria es un claro ejemplo de ello.
- Cambios inesperados. El hecho de que se estén produciendo cambios suele generar un mínimo de estrés. Esta inestabilidad emocional y mental puede ser mayor o menor, dependiendo de cada persona y de las circunstancias vividas. En este caso hablamos de deslocalización, cambio de trabajo o desempleo.
- Acontecimientos dramáticos inevitables. Esto es, por ejemplo, la muerte de un ser querido, un accidente o enfermedad de un ser querido.